Reliquias globales en el mundo jesuítico (siglos XVI-XVIII)
Tras las persecuciones romanas llevadas a cabo por el emperador Diocleciano (284-305 AC), el aumento de reliquias y su fragmentación obligó a la Iglesia católica no solo a regular su producción sino también su autenticidad. A partir del siglo XVI los jesuitas dejaron una significativa cantidad de sa...
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Publicado en: | Hispania sacra Vol. 70, n. 142, 2018, p. 555-568 |
Tipo de contenido: | Artículo |
Idioma: | Castellano |
Publicado: |
2018
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ISSN: | 0018-215X |
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Acceso en línea: |
Texto completo https://doi.org/10.3989/hs.2018.038 |
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Tras las persecuciones romanas llevadas a cabo por el emperador Diocleciano (284-305 AC), el aumento de reliquias y su fragmentación obligó a la Iglesia católica no solo a regular su producción sino también su autenticidad. A partir del siglo XVI los jesuitas dejaron una significativa cantidad de santos y beatos mártires en las misiones de Europa, Asia y América, certificando el principio de universalidad constitutivo de la identidad jesuita. Huesos de cuerpos difuntos, pedazos de jubones negros, crucifijos y objetos sagrados circularon con rapidez por todo el orbe cristiano, contribuyendo a extender la fe en los nuevos espacios extraeuropeos. En este estudio planteo que el culto de las reliquias no puede desligarse de una perspectiva global de la misión jesuita, articulada con una “demanda de lo santo” en las periferias hispano-lusas que se adaptó rápidamente al contexto local. Las islas Marianas, situadas en las periferias del imperio hispano, ejemplifican un espacio de frontera donde los mártires de la Compañía de Jesús, como modelos de la dedicación evangélica en las partes más alejadas del mundo conocido, se convirtieron en productores y distribuidores de reliquias. After the Roman persecutions carried on by the emperor Diocletian (284-305 AC), the increase of relics and their fragmentation forced the Catholic Church to regulate not only their production but also their authenticity. From the 16th century onwards, the Jesuits produced a great number of saints and blessed martyrs in the missions of Europe, Asia and America, certifying the principle of universality that defines Jesuit identity. Bones of dead bodies, pieces of black doublets, crosses and sacred objects circulated quickly over the Christian world, contributing to spread the faith in the new extra-European spaces. In this study I argue that the cult of relics cannot be dissociated from a global perspective of the Jesuit mission, articulated with a “demand of the saint” at the Spanish and Portuguese peripheries that adapted rapidly to a local context. The Mariana Islands, located at the margins of the Spanish empire, exemplify a borderland where the martyrs of the Society of Jesus, as models of evangelical dedication in the furthest regions of the known world, became producers and distributors of relics. |
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ISSN: | 0018-215X |